Por Catalina Soto.
La necesidad de grandes músicos, principalmente en la escena rock, de explorar temáticas y sonidos distintos junto a otros artistas, por afinidad y oportunidad, han dado lugar a proyectos y bandas formadas por estos super artistas: las super bandas.
Algunos artistas deciden cambiar en algún grado el rumbo de su carrera una vez que la banda que los ha visto nacer en el éxito mundial termina su quehacer; otros dan un paso al costado para explorar novedades con un proyecto paralelo. En ambos casos, el resultado ha sido, en su mayoría, explosivo y sublime, ante la conjunción de talentos virtuosos en algún o total aspecto.
Pero no toda conjunción de astros se transforma en super banda, varias ideas mueren en el intento. Y las que triunfan, publican como mínimo un disco y suelen no tener larga vida, quedando catalogados como “proyectos”; otras tienen una carrera fértil y traspasan líneas de tiempo y éxito por décadas.
El fenómeno en sí no es nuevo, ya que de hecho data desde hace más de cincuenta años, iniciando formalmente con la creación de Cream, banda formada en 1966, por los célebres Eric Clapton (The Yardbirds y John Mayall & The Bluesbreaker), Ginger Baker y Jack Bruce (ambos de The Graham Bond Organisation), con motivo de afinidad y admiración entre músicos (todos de renombre en la época) en un inicio que, tras un par de años y cuatro discos publicados, generó conflictos de ego entre Baker y Bruce, dando fin a la banda.
Más contemporáneas destacan Temple Of The Dog y Mad Season. La primera, formada en 1990, con el fin de homenajear a uno de los fallecidos próceres de la escena grunge, Andrew Wood, voz y compositor de la mítica Mother Love Bone; formada por Chris Cornell (Soundgarden), Stone Gossard y Jeff Ament (ambos de Mother Love Bone), y Mike McCready y más Eddie Vedder que, junto a los dos anteriores, formaran Pearl Jam, publicando un disco homónimo, considerado un triste canto a la muerte y una joya de la época. Por su parte, Mad Season, estuvo formada por Lane Staley (Alice in Chains), Mark Lanegan y Barrett Martin (Screaming Trees), Mike McCready (Pearl Jam), John Baker Saunders (The Walkabouts), nacida en 1994, en activa militancia de sus miembros en sus bandas originales e inspirada por una búsqueda alternativa diferente y más oscura en lírica y sonido.
Y así, los ejemplos suman y siguen, nombrando entre los más importantes: Crosby, Stills, Nash & Young en 1968, Blind Faith y Humble Pie en 1969, Emerson, Like & Palmer en 1970, Wings en 1971, Bad Company y Journey en 1973, Toto en 1978, Asia en 1981, , The Power Station en 1984, GTR en 1986, Anderson, Brufrord, Wakeman, Howe en 1987, Traveling Wilburys y Bad English en 1988, Damn Yankees en 1989, Temple of the Dog en 1990, Contraband en 1991, Mad Season en 1994, Neurotic Otsiders y Down en 1995, Union en 1997, Liquid Tension Experiment Lock Up y Fantomas en 1998, A Perfect Circle y Sinergy en 1999, Audioslave, Tomahowk y Avantasia en el 2000, Velvet Revolver en 2002, Alter Bridge y Puscifer en 2004, Bi The Raconteurs en 2006, Hellyeah de 2007, Chickenfoot en 2008, Them Crooked Vultures en 2009, Unisonic y Black Country Communion en 2010, Adrenaline Mob en 2011, The Winery Dogs en 2012, The Dead Daisies en 2013, Sons of Apollo en 2017, entre muchas otras.
Pese a que es una práctica más visible en el rock, el pop no se queda fuera, con ejemplos como: Heaven 17 en 1981, The Glove en 1983, Arcadia y Wax en 1985, Climie Fisher en 1986, Electronic en 1989, Smokin’ Mojo Filters en 1995, entre otras.
Y el mundo latino también tenemos buenos ejemplos que destacar: Pappo’s Blues en 1970, Pescado Rabioso en 1971, Serú Girán en 1978, GIT en 1984, Brujería en 1993, Alianza en 1994, Walter Giardino Temple en 1998, Jauría en 2010, De La Tierra en 2014 y todas las bandas de Charly García desde 1982, entre otras también.
Una banda es como una familia: un grupo con un motivo de reunión, que crece y se desarrolla, que logra satisfacción en su unión, que puede tener dificultades de convivencia y que puede terminar o mutar. Lo determinante en las super bandas parece ser, a fin de cuentas, la democracia del talento unido, para manejar de la mejor manera posible esa visión acumulativa y rendir frutos.