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VOL¬OPINIÓN

Banderas y espejos violentos

Por Gino Bailey.

“Chile está en el corazón de Estados Unidos”. Con estas palabras Sebastián Piñera abría la conversación con Trump en lo que sería su segunda visita a la Casa Blanca el año 2018. En ese preciso instante saca una hoja rectangular con la bandera de Estados Unidos, y al centro, aprovechando una de las estrellas inferiores demarca la segunda bandera, la chilena. Luego, una mirada complaciente de Trump, quien gesticulaba su risa dominante. Por un lado el presidente chileno , que coloca el bien común en segundo plano ante las inquietudes de su ego, un idiota en el sentido griego del término, y por otro, el déspota de la banalidad capitalista, la especulación, ignorancia y los negocios. 

Más que detenerse en lo que habrá querido decir “el idiota” en ese momento, lo importante está en el suceso completo. Ante todo la figuración de la bandera. Chile como subconjunto de Estados Unidos. Reflejo del programa experimental del neoliberalismo hecho en la escuela económica de Chicago y ensayo durante los años 80’ y 90’ en Chile. Estar en el corazón de Estados Unidos es más que un gesto de agradecimiento. Corresponde a transparentar el funcionamiento de Chile como una parte del Corazón  de Estados Unidos. Si esto fuera así, la resonancia de los latidos de Estados Unidos está todavía por descubrirse.

Un segundo aspecto es la alteración de los patrones originales de la bandera estadounidense para hacer coincidir las líneas y las estrellas con el rectángulo de la bandera chilena. Se reducen las estrellas y se quitan algunas líneas para estar en el corazón. Hay algo de pertenencia pero también existe una alteración para pertenecer, como la modificación de nuestra cultura por una de consumo y deuda.

El artefacto de la bandera opera como espejos de funcionamientos que en la realidad se están manifestando

Este espejismo neoliberal en crisis se expresó con el despertar y el estallido en octubre del 2019, reflejando la desigualdad, violación a los derechos humanos y cuestiones no resueltas desde 1973. Hoy nos afecta la pandemia global del COVID19 y el rectángulo de Piñera vuelve a escena y se diluye mostrando incapacidad de responder por lo social. El experimento neoliberal fue un ensayo de la economía de mercado y no de pilares de salud, educación, trabajo y cultura. Como consecuencia los sueños líquidos de la estabilidad forjados en los 90´ se diluyen y es el hambre, la pobreza y la caja de víveres la respuesta que se entrega en Chile. Mientras tanto, el resto de la bandera del país del norte comienza a sacudirse. El estallido social se traslada a Estados Unidos, donde también existe una de las peores gestiones en materia de salud frente a la pandemia. El asesinato de George Floyd genera una respuesta en cadena de la ciudadanía con base en el descontento social.

Las banderas son violentas y quieren disolverse. Lo más relevante es que como espejo hay algo de transparencia, donde podemos observar cuestiones de fondo, no resueltas por una sociedad de mercado. Elementos críticos como el racismo, el mismo del Ku Klux Klan heredado, que no pudo ser disuelto por la economía de mercado incrustada en lo social. Chile, aquel pequeño subconjunto,  se transparenta la pobreza. Aquella que era ejemplo de superación, no tuvo base sólida y fue resuelta a través de subsidios y arreglos monetarios, sin capacidad de ahorro en la población. Muchos lo sabíamos.

Represión, mutilación de ojos, utilización de fuerzas especiales con caballos, gases lacrimógenos, estallido y presencia de una delincuencia organizada invisible. Un estado de excepción en democracia, semejante a los fascismos más crudos que experimentó la humanidad a principios de siglo. Estos patrones compartidos hoy por Estados Unidos y Chile, son más que una simple coincidencia. Obedece a funcionamientos contenidos, semejantes. En sociedades que no resolvieron las bases y pilares de la democracia y vivieron la ficción de la economía financiera, el consumo de masas, la supermercadización de la vida cotidiana como retiro de un delivery. Pese a todo, el desencaje de la bandera y la disolución de las mismas es una cuestión cada vez más consciente por las ciudadanías, quienes se movilizan no por una consigna ideológica sino por una necesidad básica de justicia social.

Imagen: El Mostrador, 4 de Octubre 2018.