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VOL¬OPINIÓN

Trabajar sobre los centros de formación

Por Gino Bailey.

El místico Gurdjieff  (1866 – 1949), músico, profesor de danza y ocultista, entre otras características, nos dejó en el legado del cuarto camino pistas para hacer un giro en nuestros comportamientos cotidianos. En el aquí y en el ahora, con la vida que nos toca vivir.

El cuarto camino se puede resumir como una alternativa espiritual a la vida ascética, del yoga y del faquir. Un camino basado en la toma de conciencia de acuerdo a las posibilidades que tenemos a diario. Así, el ser humano se debe esmerar en tomar esa conciencia o abordar y profundizar “el recuerdo de sí” con los recursos que tenga a su disposición, puede hacer un giro evolutivo y espiritual.

Entre sus innumerables conferencias, la serie de “Perspectiva del mundo real”  es una muestra de las enseñanzas de este cuarto camino. En las distintas discusiones de danza, matemáticas, geometría, recupera los preceptos de la antigüedad para señalar el quiebre necesario que debe hacer el ser humano actual. Un giro meta-religioso que considera todas las vertientes desde donde emana el saber religioso íntimo, esotérico. Para este propósito todos y todas somos importantes.

La actual arca de Noé donde debemos embarcarnos en tiempos de pandemia nos lleva a pensar también en esto. Gurdjieff decía:

“Si una persona ha hecho algo malo, no se indignen, porque ustedes han hecho lo mismo” (p.99) 

Hasta ahora ha predominado un conocimiento externo. Una institucionalidad que imparte materia inútil desde este punto de vista. Conocerse a sí mismo ¿qué implica? En palabras de Gurdjieff estudiar al sol y la luna, porque el ser humano tiene todo dentro de sí: al sol y la luna. “Yo soy toda la vida en su totalidad” (p.92)

Este viaje interno debe pasar por algo que menciona como “el recuerdo de sí”.  Este recuerdo es una toma de conciencia más compleja para asumir la cotidianidad. Existen tres centros formativos: el motor, el emocional y el mental. Muchos han llegado a discutir sobre esto, puesto que Gurdjieff subdivide el centro formativo del motor en el sexual y el de la acción. Salir del “conocimiento sin comprensión” implica abandonar la reproducción de saberes y profundizar sobre el saber.

La comprensión sería entonces la percepción de diversos centros donde está lo emocional y el motor inicial. Nos hemos acostumbrados a una comprensión desde la mente, cuando la sabiduría es un camino mucho más complejo y amplio que aquello. Para avanzar en el camino espiritual Gurdjieff propone métodos abruptos pero asertivos

Trabajar con metas incómodas o hacer lo que no estamos habituados a realizar para ampliar la conciencia. La toma de conciencia pasa por abrazar lo incómodo. Tejer cuando solo trabajamos desde un computador, calcular cuando solo hemos dedicado nuestra vida a la literatura, silenciar cuando solemos vivir solo por la comunicación del habla.

En este mundo caótico, complejo, pandémico y sobre estimulado por la información es necesario dotar de una religiosidad no institucionalizada a nuestras vidas. Una religiosidad íntima, cotidiana, diaria. Recordar por ejemplo qué implica realmente “dar la otra mejilla” como acto de compasión, no solo por compromiso, sino porque lo sentimos desde un centro formador emocional. Dirigir la mirada hacia uno más que al otro. Abandonar la inquisición de la moral. El error siempre es nuestra fuente errónea en la medida que construimos el mundo. Al otro no lo enjuiciaremos sino que lo invitaremos a transformarse por el simple hecho que compartimos la misma fuente originaria como especie: ser seres humanos.

Fuente:
Gurdjieff, G. I. (1977). Perpectivas desde el mundo real. Librería Hachette, Barcelona
Imagen: Ashle Ozuljevic Subaique, cedida.

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